domingo, 16 de noviembre de 2014

LA CRISIS DEL ÉBOLA


Durante los meses de agosto, septiembre y octubre, hemos oído hablar del ébola constantemente. Esto fue debido a que dos misioneros españoles fueron traídos desde África a España ya que contrajeron dicha enfermedad.

De lo sucedido, se pueden obtener varias opiniones. Respecto a la mía, pienso que hay puntos positivos y puntos negativos.

A ningún ser humano se le debería negar ningún tipo de atención médica, y mucho menos en estas circunstancias. Los misioneros fueron los primeros a los que se les tomó real interés y preocupación, habiendo muchas más personas que se encontraban en el mismo estado. El Gobierno Español actuó inmediatamente al ver que sus ciudadanos se infectaron y desplegó los mecanismos necesarios para repatriarlos e intentar salvarles la vida, pero a la población africana no se le prestó mayor atención, salvo las dadas por ONG y médicos voluntarios (como lo eran estos misioneros). Parece ser que, por ser personas del tercer mundo, no generan ningún interés al resto de gobiernos. De todas formas, sí, me parece bien que hayan hecho todo lo que pudieron por salvarles la vida, aunque el resultado no haya sido el deseado ya que los misioneros acabaron falleciendo.

Pero todo esto no se quedó aquí. Ana Mato, ministra de sanidad, explicó que el gobierno repatrió a los religiosos españoles con la seguridad de que no habría ningún peligro de contagio tanto para la ciudadanía como para los profesionales de sanidad. Sin embargo, no se cumplieron los protocolos de seguridad y los médicos no tenían los suficientes conocimientos ni experiencia para tratar la enfermedad, lo que ocasionó el contagio de una de las enfermeras, Teresa Romero, quien formó parte del equipo médico que se encargó del tratamiento de uno de los misioneros. (Ésta logró superar la enfermedad.)

Considero que, ya que se intentó salvar la vida a los misioneros, debieron haberlo hecho con todas la precauciones necesarias para no haber puesto en peligro a nadie, y que, ya que consiguieron que Teresa superase el ébola, se debería mostrar el mismo interés y la misma dedicación en conseguir que cada día haya menos muertes por esta enfermedad, tanto en el tercer mundo como en el primero.

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